sábado, 1 de junio de 2013

UN DILEMA DE CONCIENCIA




Alguien me sabría decir
¿Cuánto dura una promesa?
Quiero decir, si caducan
yo no quisiera romperla.

Fue mas bien como un contrato
verbal, sin firmas ni letras,
no lo hice con un mindundi
negocié con una reina.

Claro, que a ella no la vi
usábamos mensajeras,
en realidad, no dijo palabra
pero se atuvo a las reglas.

Ella sigue cumpliendo
bueno, será,  su heredera,
no creo que las abejas
lleguen a ser tan longevas.

 ¿No te lo había dicho? verás
hace como treinta años
tengo un panal en mi puerta.
Es la puerta que da al patio. 


Y esta si que tiene años

debe rondar la centena,
la pobre esta echa una pena,
¡tiene dentro una colmena!


No pienso quitarla,

y poner una nueva.
Entonces me perdería
las historias que cuenta.


Grabadas a hierro y fuego

con sus nombres y sus fechas.
Leyendas de caballeros
con sus armas y princesas.

 Me habla de oficios de antes
de esos que ya no quedan.
 Que eso lo tengo claro,
¡La puerta se queda! Pero...


¿Qué hago con la colmena?

Hace treinta años, que dije:
si me dejaban tranquila
yo, no me metía con ellas.


Desde luego que han cumplido

ningún año me han picado,
y mira que al cabo del día
paso veces a su vera.

Yo las miro con respeto
que una tampoco es de piedra,
sobre todo por las siestas
que parecen andar de fiesta.


Pues, ya sabes mi dilema

¿Cuanto dura una promesa?
Quiero decir, si caducan
que yo no quiero romperla.